Este es el motivo por el que me odian tanto y quieren mi perdición...
Por mi gran convicción y defensa desde siempre de considerar que los asesinatos de eta han sido dirigidos hacia un colectivo muy puntual: el de los guardias civiles, policías nacionales y militares. El resto han sido daños colaterales que tampoco les ha importado matar aunque sus objetivos fueran otros.
El futuro de España depende de 5 parlamentarios del PNV... cuánto cobarde y así estamos...
Son las 20:25 del día 31 de mayo de 2.018... pero quiero decir alto y claro que nunca Catalunya ni el País Vasco conseguirán la independencia iniciada por eta. En mi nombre, no. He vivido muchas convocaciones y manifestaciones con las Familias de las Víctimas del Terrorismo. No me importaría morir para impedir que sufrieran más. Después "de todo lo que me han hecho" nadie podrá impedirme que luche hasta el final en defender la dignidad de las 829 víctimas.
Viva España! Viva el rey!
jueves, 31 de mayo de 2018
miércoles, 23 de mayo de 2018
El por que de Luis Toribio Troyano
Capítulo I. Aquel día no
compramos mi padre y yo en el Hipercor de Barcelona
19 de junio de 1.987. El atentado
del Hipercor de Barcelona.
Casi cada día íbamos mi padre y
yo, juntos o por separado, a comprar al Hipercor de la Meridiana de Barcelona.
Vivíamos en la calle Cardenal Tedeschini, apenas a 100 metros del Centro
Comercial. Y aquel día murieron muchos vecinos del barrio.
¿Qué hubiese pasado si hubiésemos
ido ese día a comprar? Pues no lo sé. Ni mi padre ni yo nos consideramos
víctimas ya que no estuvimos ese día, ahora bien, esa sensación de por qué a ti
no y a otro vecino del barrio si, es difícil de digerir y ni siquiera analizar.
Creo que los seres humanos nos
protegemos ante situaciones adversas, y yo, mi subconsciente más bien, lo hizo
creando una empatía hacia las víctimas del atentado como para contrarrestar un
sentido de culpabilidad del porqué tu no y el vecino si.
Mi madre, de la que siempre me he
sentido muy cercano y siempre me ha protegido, siempre hemos sido uña y carne,
me dijo que cuando pudiese hiciese “algo” (buscase justicia) por las víctimas.
El atentado me afectó, bajé el
rendimiento del trabajo y, a la semana, de mutuo acuerdo con mi jefe, un
profesor de la ETSEIB, dejé el trabajo. ¿Una depresión? Puede ser. Una
sensación de impotencia que me hizo rememorar lo mal que lo pasé 3 años antes.
Capítulo II.
2 de agosto de 1.984. El
accidente de coche de Vilanova.
Había una mancha de aceite en la
carretera. Patiné y choqué contra un árbol. Tenía un R-5 TS blanco. El
cuentakilómetros se paró en el 48.566 Todavía lo conservo. La matrícula
B-3977-CN también.
En el choque se rompió el cristal
y me hizo un corte, se creó una cicatriz hipertrófica y después se formó un
queloide. Era un chico muy guapo y dejé de serlo. Me sentó mal.
Y se sumó que sufrí un accidente
y, por lo tanto, no era tan buen conductor como pensaba. Doble fallo: error
fatal.
Sufrí una depresión. Bajé el
rendimiento de los estudios y ese año académico no aprobé ninguna asignatura.
¿Por qué tuve esa depresión?
Porque no aceptaba esa cicatriz en la cara y el temor a ser rechazado por las
chicas que a mi me podrían gustar y yo no a ellas. Y además, por mi culpa, por
no ser tan buen conductor como yo pensaba.
Ahorré dinero y me sometí a 2
operaciones de estética para eliminar las cicatrices. Y no mejoraron, sino
empeoraron, ya que los queloides son muy resistentes y poca cosa se puede hacer.
Cuento lo del accidente, la
cicatriz y el rechazo a mi mismo, por la fealdad, porque quiero explicar
fielmente mi personalidad y la gran auto exigencia que me aplico a mi mismo.
Seguramente esta gran auto
exigencia va ligada a una gran debilidad ante una situación de frustración e
impotencia, de “no poder hacer nada” y, por eso, 3 años después, volví a recaer
ante una situación tan “absurda” de matar a unos vecinos del barrio para
conseguir la independencia del País Vasco de España. Una “apuesta” totalmente
irracional.
En el 84 fallé y tuve el
accidente y en el 87 volvía a fallar al no poder hacer nada.
Capítulo III.
13 de diciembre de 2.003. El
viaje en autocar a San Sebastián.
Tenía 43 años. Era mi segunda
oportunidad. Era como “volver al pasado”, al 2 de mayo de 1.984, evitar la
mancha de aceite, no tener el accidente y poder realizar la voluntad de mi
madre de 1.987: ayudar a las Familias de las Víctimas del Terrorismo. El Plan
Perfecto.
Convertir 2 fracasos en un proyecto
viable y duradero.
Un Proyecto ambicioso y muy
prometedor desde todos los puntos de vista.
Capítulo IV.
Mi vida personal
De joven, he tenido muchas novias
pero no me he enamorado lo suficiente para casarme. También es verdad que mi
posición profesional nunca ha sido lo suficientemente estable como para fijar
raíces. Al hacerme mayor y perder el encanto físico he querido “conquistar” con
“mis ideas” y no lo he conseguido. Era el momento de encontrar una buena chica
y formar familia. Cuidado con las “lagartas” me decía mi madre cuando era joven
y prometedor profesionalmente. Y le hice caso. Después, “sin cartera” ya no
aparecen las lagartas. Lo uno por lo otro.
Lo “de las lagartas” os puede resultar
gracioso y hasta puede que fuera de lugar pero la verdad es que mi madre
siempre me ha protegido y cuidado de mi y yo no he podido hacer nada por ella y
todo lo que he hecho “se me ha vuelto contra mi”. No le deseo ni a mi mayor
enemigo sufrir la frustración e impotencia de ni siquiera poder ver a tu madre
después de ser conocedor de lo mucho que ha hecho ella por ti.
Me han hecho “muchas putadas” en
la vida pero la peor ha sido quitarme a mi madre de mi lado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)